En 1953, el reputado economista Schumpeter publicó History of
Economic Analysis, donde se
sorprendió del hecho de que los fundamentos de la economía política
moderna estaban formulados por la Escuela de Salamanca del siglo XVI.
¿Cómo es posible que esto hubiera sido olvidado durante tanto
tiempo, encumbrando a Adam Smith? Solo hay una respuesta: la doble
Leyenda Negra, la anti-española y la anti-católica. Los hombres de
Salamanca (“the founders of modern economis” para Schumpeter)
eran españoles y, además, miembros de la Iglesia en su mayoría. La
Ilustración, origen de la mayoría de los prejuicios modernos, no
podía concebir tal progreso por parte de los bárbaros españoles e
ignorantes católicos. Pero no es ese el objeto de estudio de este
artículo.
¿Por
qué los autores de la Escuela de Salamanca llegaron a estas
conclusiones en el siglo XVI? ¿A qué se debe esta impresionante
reflexión teórica sobre los fundamentos económicos en los albores
de la Modernidad? A lo largo de este período, la Monarquía
Hispánica construye el primer imperio planetario de la Historia. Una
enorme maquinaria que, desde Filipinas a Nápoles pasando por
América, conectó culturas y pueblos creando la primera economía
global. El principal atractivo de América será la gigantesca
reserva de metales preciosos hallada en el continente y que,
inmediatamente, se puso al servicio de las necesidades del Estado.
Las remesas de oro y, sobre todo, plata, permitieron el sostenimiento
de las interminables guerras que la Monarquía libró a lo largo de
dos siglos en Europa.
No
obstante, en lo interior el aspecto más reseñable es lo que los
historiadores han bautizado como la revolución de los precios.
El término es del ecomomista estadounidense Earl J. Hamilton en su
libro El tesoro americano
y la revolución de los precios en España 1501-1650. Con
ello, se refería al aumento de los precios en la Europa occidental
del siglo XVI, donde llegaron a sextuplicarse. Aún así, no fue el
primero en darse cuenta. Ya en el propio siglo mencionado, el teólogo
y filósofo Martín de Azpilcueta observó la relación entre la alta
inflación de los productos españoles y la llegada de las remesas de
metal americano. No en vano, Schumpeter dedica una buena parte de sus
páginas a la obra del Doctor
navarrus. Este
proceso
sería sobre todo apreciable tras 1535, cuando el ciclo del oro
caribeño deja paso a la plata, tras el descubrimiento de las ricas
vetas
del Perú y la Nueva España.
El
estudio de Hamilton fue el primero de una tarea ambiciosa:
cuantificar el impacto de la primera economía global conectada en la
metrópoli que la alumbró. Sin embargo, y aunque el fenómeno se
produjo, otros autores han matizado la tesis del estadounidense, que
no tuvo en cuenta varias cuestiones:
En primer lugar, el minucioso trabajo de Hamilton se circunscribió a
los documentos del Archivo de Indias. Deja de lado, por tanto, el
asunto del contrabando, relativamente frecuente en las aduanas del
Rey (lo que hoy llamaríamos economía sumergida). Consideramos este
ataque a Hamilton algo infundado, puesto que es una cuestión
imposible de estudiar, debiendo descender al terreno de lo puramente
especulativo.
En
segundo lugar, Hamilton trabaja con la idea de que la plata que
llegaba se incorporaba inmediatamente a la circulación económica
española. La realidad es que la Monarquía tenía necesidades tan
acuciantes que
esta iba a pagar las enormes deudas que tenía contraídas con los
banqueros extranjeros (principalmente alemanes e italianos) y a los
proveedores de los productos que llegaban a las Indias. No hay que
olvidar que Felipe II decretó cuatro veces la bancarrota en la
segunda mitad del siglo XVI. Esta circulación permitió crear la
primera economía global, como ya hemos dicho, pero minimiza el
impacto que los metales indianos tuvieron en la economía interna
española.
En
tercer lugar, el historiador económico Jordi Nadal refutó la tesis
de Hamilton al considerar que es en la primera mitad del siglo en la
que se produce el mayor proceso inflacionario, frente al americano
que proponía que esto sucedía en la segunda mitad. Es cierto que no
es hasta entonces cuando la Corona establece el sistema de convoy
conocido como la Flota de Indias, lo que permitió la llegada
efectiva y frecuente del metal americano. Esto quiere decir que la
inflación de principios de siglo tuvo que ver con otras causas, ya
que si fuera por la plata, esta no se habría experimentado hasta
bien entrada la centuria.
En
cualquier caso, gracias a Hamilton y Schumpeter, entre otros, pudo
redescubrirse un periodo fascinante de la Historia económica de
España. Las intervención
estatal
al respecto de este problema
queda demasiado
inabarcable para un artículo de divulgación
como este,
pero baste decir que es uno de los primeros y más notables ejemplos
de manipulación monetaria por parte de un Estado moderno, que
inauguró una serie de sucesivas
inflaciones y deflaciones muy acusadas en el siglo XVII.